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Europa, siglo XIX e inicios del xx. El modelo económico, político y normativo propio del Estado liberal es sobrepasado por las consecuencias económicas y sociales del avance tecnológico. Los derechos de los trabajadores -incluyendo aquéllos básicos, como su vida o su salud- carecían de reconocimiento. La vida y la salud de los obreros debía defenderse a golpe de reivindicación; la paz social del liberalismo quiso imponerse a golpe de carga de caballería y descarga de fusilería ... Algunas actitudes paternalistas y filantrópicas rompían aquella dinámica; más adelante, entrarían en juego, también, las estrategias defensivas y conservacionistas del sistema, propias del gatopardismo político-social. Enfermar y morir a causa del trabajo era, así, habitual y normal en Bélgica (Daens), Francia (Germinal), España (El Corazón de la Tierra, La verdad sobre el Caso Savolta) ... Se hablaba de los "infortunios del trabajo": una categoría transversal -elevada, incluso, a rango legal- inherente a la consideración fatalista de la realidad laboral. Lentos avances técnicos y normativos irían gestándose en materia de seguridad y salud laborales, si bien su implantación y cumplimiento serían escasos. Se alimentaba, así, un substrato socio-político que llevaría a Europa, algunos años después, a la descomposición del modelo liberal.