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Entre 1995 y 2007 la economía española creció más que cualquiera de las economías de los otros grandes países de la Unión Europea: se crearon siete millones de empleos, el consumo de las familias se multiplicó por dos y el país pareció reincorporarse al club de los Estados más ricos y modernos del mundo. En la base de este crecimiento se encontraba una espectacular expansión del crédito, la construcción de más de 600.000 viviendas al año y unos incrementos anuales de los precios inmuebles siempre superiores a dos cifras; esto es, la mayor burbuja financiera del planeta. Para las ciudades y regiones españolas este crecimiento pasó por un nuevo "renacimiento urbano": construcción de barrios, renovación de los centros urbanos, inversiones milmillonarias en aeropuertos, autovías y ferrocarriles; paisajes de prosperidad y riqueza que hoy parecen las ruinas de una era de cartón piedra. La crisis nos ha mostrado, en efecto, una imagen muy distinta. A los desahucios y la destrucción de empleo se les ha sumado el mayor ataque sobre el gasto social que haya vivido el país en su historia reciente, un rápido empeoramiento de los servicios urbanos y un endurecimiento generalizado de las condiciones de vida. Una coyuntura en la que este libro se propone intervenir a partir de algo solo aparentemente modesto: el análisis de los efectos locales del ciclo inmobiliario y su crisis posterior.