Disponibilidad:
Sin existencias
18,90 €
17,95 €
Santos que ayudaron en la conquista, imágenes encontradas por labradores, imágenes dotadas de poder telequinésico, estatuas que vienen en barcos a la deriva, imágenes que lloran abundantemente, misteriosos peregrinos que tallan esculturas. Y toda la corte celestial que desciende para auxiliar a sus hermanos contra pestes, terremotos, pedriscos, piratas. Una cosmovisión que trajeron, a mediados del XIII, unos guerreros cristianos.
Todo eso y mucho más celebran en sus fiestas patronales o fiestas mayores cada uno de los 141 municipios de la provincia de Alicante en un abigarrado y espectacular cromatismo de andas, desfiles de Moros y Cristianos, música, arcabuces y pólvora atronadora. A las festividades de los primitivos patronos exclusivamente religiosas, la devoción, la imaginación y la fe popular las fue enriqueciendo con vistosos aditamentos cívico-festivos, improvisando coplillas o gois a los santos, cantos de despertà o auroras, porrates, desfiles de clavariesas. Pero ningún fenómeno como el de haber logrado que la antigua soldadesca, las milicias del Reyno que acompañaba a las imágenes en su bajada de las ermitas, se transformara en aguerridos ejércitos de Moros y Cristianos, en una batalla simbólica entre la Cruz y la Media Luna. Esta simbiosis cívico-religiosa ha marcado la peculiaridad y la magia de las fiestas alicantinas.
Después de ocho siglos, las fiestas patronales alicantinas siguen vivas y las romerías provinciales multitudinarias. Si nacieron como esperanza en el auxilio divino, hoy unos acuden a ellas con mucha fe, otros con escasa o nula. Para estos es, simplemente, un día de respetable tradición, de bello folklore, de asueto o de saludable deporte.