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La familia es el grupo base de la sociedad. Tanto el parentesco como la voluntad integradora en dicho grupo social son los dos elementos que tienden a configurar la familia, de los que el segundo viene conformado a través de una institución milenaria, que es el matrimonio. A lo largo de la historia de la Humanidad los hábitos sociales, matizados por las religiones, han venido configurando el matrimonio, dotándolo de normas, requisitos, efectos y condiciones. A través de los tiempos, la revisión de su normativa se ha mantenido con pocas alteraciones y las producidas, lo han hecho con rasgos apenas accidentales. Sin embargo, en los últimos tiempos, la desaparición o disminución del contenido religioso y la revolución en sus características, han producido una auténtica mutación en el contenido y eficacia de la institución matrimonial. Si ésta tenía un objeto claro ?la procreación?, una intencionalidad en las voluntades constituyentes ?el compromiso de los contrayentes?, y un proyecto vinculante, la continuidad, el elemento integrador de la familia, se ha convertido en evanescente y su firmeza en inoperante. Persiste el elemento genético, remodelado por la ciencia, pero ha desaparecido su carácter protector. En nuestra legislación al matrimonio le ha surgido una fórmula competidora integrada por la unión de hecho, que al carecer de una normativa de ámbito nacional, se rige por leyes autonómicas, todas parecidas y ninguna igual, algunas inconstitucionales. Al examen de esta nueva normativa se dedica esta obra.