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El presente libro no pretende ser una historia detallada y exhaustiva del pensamiento liberal, sino que aspira a verificar, como se hace en el campo de la química o de la física, la cualidad, el valor de una sustancia. La «sustancia» examinada en él es el liberalismo y la «pureza» que interesa contrastar es la de un cierto tipo de liberalismo, el liberalismo «triste», marcado por la intensa melancolía que origina las dificultades que comportan la realidad política y lo político.Este liberalismo non ridens, melancólico, incluso, triste, como indica el título del libro, que no confía en la providencia ni tampoco en el mercado, es muy distinto del liberalismo ridens, despolitizado, satisfecho y doctrinario, portador de una visión no conflictual de la realidad y proclive al final de la historia.El pensador liberal non rindens, al igual que los grandes estadistas, rechaza una teoría puramente negativa del Estado y de lo político, asumiendo que ha de enfrentarse necesariamente al eterno drama de cómo erigir un Estado sin destruir la naturaleza humana.