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El siglo XX ha presenciado acontecimientos tan insospechados como la afirmación por la Sociedad Internacional de que la vida h´:lmana es un bien superior a la existencia del Estado o de cualquier otro tipo de organización política. ¿Quién hubiera podido pensar a finales del siglo XIX que en poco más de cincuenta años el derecho internacional prohibiría a aquellos Estados que enfrentan amenazas a su propia supervivencia suspender ciertos derechos inalienables de toda persona humana? El mensaje es claro: la protección de la vida humana primero; la preservación de la existencia del Estado después. El derecho internacional penal surge en un momento histórico en el que tras años de violencia, muerte y destrucción sin precedentes, se hacía imperativo un cambio en la praxis internacional para evitar la completa destrucción del planeta. El mensaje en este caso también es claro: quienes desde los resortes del poder recurren a una guerra de agresión contra terceros Estados, y utilizan la fuerza armada contra su propia población, no solo pierden la legitimidad ética y moral necesaria para seguir dirigiendo sus respectivas sociedades, sino que se convierten en enemigos de La humanidad, y han de responder penahnente ante el conjunto de la Sociedad Internacional. Ambos mensajes son más actuales que nunca en el siglo XXI, como también lo son las dificultades ...