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¿Existe algo así como un derecho universal a tener niños? La asistencia médica a la procreación ¿debería estar al alcance de todo el mundo? ¿Son legítimos todos los métodos de reproducción asistida? ¿Cómo se deberían controlar estos tratamientos y quién debería hacerlo? Muchas personas y grupos exigen el acceso a la reproducción asistida como un derecho, no sólo de parejas heterosexuales clínicamente estériles, sino también de mujeres solteras, parejas de gays, mujeres que ya han pasado la menopausia o matrimonios que dan prioridad a su carrera y quieren aplazar la procreación. Otros consideran que el deseo de tener niños no puede convertirse en un derecho y que hay ciertas personas a las que no se debería asistir para llegar a ser padres debido a su edad, preferencia sexual o estilo de vida. Mary Warnock nos guía a través de las cuestiones complejas que constituyen el trasfondo de estos puntos de vista. En su análisis aclara lo que significa exigir algo como un derecho y examina cuidadosamente los problemas éticos implícitos en determinados tipos de procreación asistida. También considera el papel del médico, cuyo deber profesional de aliviar el sufrimiento de la esterilidad no debe confundirse con la de satisfacer un deseo.