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Algunos de los matrimonios que se divorcian no protegen a sus hijos del choque provocado por el conflicto entre los adultos y por la desorganización de la vida familiar. A estos llaman los autores «divorcios difíciles», que no son un fenómeno simple. Pero cualquiera que fuere su manera de manifestarse, los autores guían en su trabajo por estos cuatro principios: 1) la terapia debe centrarse en los esfuerzos en que se han de empeñar el padre y la madre para reorganizar sus relaciones recíprocas y con sus hijos; 2) el bienestar de los hijos debe ser prioritario; 3) la terapia debe tratar las realidades del divorcio y, en consecuencia, trabajará con subsistemas dentro de la familia; por fin, 4) la posibilidad de entrevistar conjuntamente a progenitores hostiles, con fines terapéuticos, si se controla el encuentro.Este libro expone los caminos en que las parejas suelen naufragar en la travesía del divorcio. Presenta una terapia para asistir a las familias basada en la convicción de que los padres pueden proteger a sus hijos y negociar entre sí pragmáticamente a pesar del trauma que afrontan. Su objetivo es que continúen responsabilizándose por sus hijos. Para ello se ayuda a los miembros de la pareja a mejorar su relación como cónyuges. El terapeuta ayuda a revertir los procesos de abdicación de la responsabilidad parental, que suelen percibirse en las familias en vías de separación que incluyen a adolescentes con problemas. Trata de prevenir las reacciones adversas que se observan en estos, como fracaso escolar, abuso de drogas, ideas suicidas, embarazo y aborto.