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La preocupación por alcanzar niveles razonables de conciliación de la vida familiar y laboral es un fenómeno en alza, una consecuencia lógica del avance social que se ha venido experimentando desde hace mucho tiempo y que ha conducido al modelo de sociedad del siglo XXI. Alcanzada la igualdad formal se trata ahora de perseguir la material, aquella que más allá del reconocimiento formal, haga posible, convierta en una realidad tangible la conciliación de la esfera profesional y familiar. Desde el ámbito de la Seguridad Social es necesario articular mecanismos que superen los problemas y dificultades que el trabajo femenino encuentra para la generación de derechos propios. Las modificaciones futuras deberían servir para solventar algunas de las disfunciones que se esbozan en esta obra que el lector tiene entre sus manos, al tiempo que podrían contribuir a sentar las nuevas bases sobre las que sustentar ese entramado de derechos de conciliación de segunda generación tendente al objetivo de la corresponsabilidad